
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Marco Álvarez. Dr. © en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Coordinador del Diplomado en Pensamiento Crítico Latinoamericano de la Universidad de Chile.
Reseña:
“Pueblo, conciencia y Fusil”
— Consigna del MIR
En el primer lustro de la década de 1960, bajo el liderazgo de Clotario Blest y un contexto latinoamericano signado por el auge de la lucha revolucionaria, múltiples organizaciones y voluntades pertenecientes a la tradición del marxismo revolucionario, fueron parte de un activo proceso de reagrupamiento que se propuso construir un instrumento partidario de inspiración marxista-leninista. En junio de 1965, se emitió el documento “Convocatoria al Congreso Constituyente de la Izquierda Revolucionaria Chilena”, llamando “a todos los revolucionarios consecuentes, a los obreros campesinos, empleados e intelectuales de izquierda, a los jóvenes combatientes de la causa popular, a la mujer de avanzada, a reforzar el Congreso Constituyente de un partido de la revolución chilena. Ha llegado la hora de superar las barreras del sectarismo…”.
A tal convocatoria, efectuada los días 14 y 15 de agosto de 1965 en la ciudad de Santiago, asistieron 93 delegados representativos de medio millar de militantes de diferentes zonas del país. En esta cita se unificaron diversos grupos de filiación socialistas, comunista, trotskista y anarcosindicalista, dándose origen al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). En este acto fundacional, se aprobó una declaración de principios que partió estableciendo que “el MIR se considera el auténtico heredero de las tradiciones revolucionarias chilenas y el continuador de la trayectoria socialista de Luis Emilio Recabarren”. También, se ratificó un “programa” y una tesis internacional denominada “Imperialismo, colonialismo y revolución mundial”, que asienta las bases del internacionalismo proletario del MIR, considerando fundamental una perspectiva global de la lucha anticapitalista, antiimperialista y anticolonial. Por último, a modo de hito en la historia de las organizaciones revolucionarias, fue la presentación de la primera tesis político-militar que se tituló “La conquista del poder por la vía insurreccional”, que con un sello guevarista, se propuso hacer efectiva la revolución en territorio chileno.
La dirección política del MIR quedó constituida por un grupo heterogéneo en el sentido etario y político-ideológico, presidiendo la organización el Dr. Enrique Sepúlveda. Como miembro del Comité Central podemos destacar al ex presidente de la CUT Clotario Blest, los trotskistas Humberto Valenzuela y Luis Vitale, el ex socialista Oscar Waiss, los jóvenes de Concepción Miguel Enríquez y Bautista van Shouwen, entre otros militantes destacados de la izquierda revolucionaria chilena. En una primera etapa de esta organización, que podemos denominar “MIR originario” (1965–1967), a pesar de mantener un nivel de inserción en el campo sindical y crecimiento en el movimiento estudiantil, este partido se caracterizó, como diría Miguel Enríquez posteriormente, como una “una bolsa de gatos, de grupos, de fracciones, sin niveles orgánicos mínimos, con predominio del más puro ideologismo, carente de estrategia, táctica y aislado de las masas”.
En diciembre de 1967, se realizó el III Congreso Nacional del MIR, donde una nueva generación liderada por Miguel Enríquez tomó el control del partido, desplazando a los viejos cuadros fundadores, que terminan por abandonar la organización. Los jóvenes miristas, se proponen preparar las condiciones para impulsar la lucha armada en Chile. Una de sus políticas fue llevar adelante una serie de expropiaciones bancarias con el objeto de financiar sus propósitos insurrectos, lo que los llevan a ser conocidos en la escena pública nacional. A mediados de 1969, sus principales militantes tienen que pasar a la clandestinidad frente a la persecución del gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva. Esta ofensiva represiva, no fue un impedimento para que el MIR desplegara una estrategia de acción directa de masas entre los pobres del campo y la ciudad, aprovechando un contexto de auge de la movilización social y popular.
En 1970, en la previa de la elección presidencial, el MIR congeló las acciones expropiatorias a bancos con el objetivo de no dañar la candidatura de Salvador Allende. Asimismo, se puso a disposición del candidato de la Unidad Popular (UP) para resguardar su seguridad personal frente a la posibilidad de que se atentara contra su vida; así surgió el Grupo de Amigos Personales del Presidente (GAP). A pesar de este apoyo, el MIR no convocó abiertamente a votar por Allende, aunque en la realidad, la militancia mirista y sus frentes sociales se volcó a las urnas para apoyar el triunfo del “compañero presidente”.
En los mil días de la UP, el MIR asumió una política de “apoyo crítico” al gobierno, que tuvo momentos de acercamientos, pero sobre todo, de tensiones con relación a diferencias estratégicas. El MIR en este periodo impulsó la estrategia de la construcción del poder popular, expresada en la organización de gérmenes de poder autónomo a la institucionalidad burguesa. Esta política se desplegó a través de la creación de frentes de masas en el campo y la ciudad: Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR), Movimiento Campesino Revolucionario (MCR), Movimiento de Pobladores Revolucionarios (MPR) y Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER). Los miristas crecieron abruptamente en este contexto, constituyéndose en la mas grande organización revolucionaria de la historia de Chile.
Tras el golpe de Estado de 1973, los miristas establecen la política “El MIR no se asila”, sumergiéndose en la clandestinidad con el objeto de enfrentar junto al pueblo la dictadura militar. El primer año la represión dictatorial, se concentró en exterminar a esta organización: apresando, torturando, asesinando, desapareciendo y exiliando a su militancia. El 5 de octubre de 1974, enfrentándose a los esbirros de Pinochet, cayó en su último combate Miguel Enríquez. Si bien la organización seguirá existiendo en los años posteriores, la muerte de sus principales dirigentes y el adverso contexto político y social fue cambiando la fisonomía de su proyecto original; quiebre tras quiebre, el MIR terminó disolviéndose en la década de 1980.
El MIR, siendo la expresión chilena de la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana, aportó significativamente a reconstruir desde un marxismo crítico el imaginario de la revolución en el continente. Esta organización dejó un profundo legado no solo en la cultura revolucionaria de la izquierda y el pueblo chileno, sino que también en los proyectos emancipatorios que siguen aflorando a nivel continental, pues el ejemplo de su praxis colectiva sigue inspirando nuevas impulsos históricos en la lucha frontal contra todas las injusticias y opresiones.
Referencias
Alvarez, Marco. (2015). La constituyente revolucionaria. Historia de la fundación del MIR chileno, Santiago: Editorial LOM.
Galería








