El Taller Gráfico –más el con­jun­to de los otros dise­ña­do­res que tra­ba­ja­ron en otras áreas del Departamento de Comunicación UTE tales como Vía Pública, Publicidad, el mismo perió­di­co Presencia UTE– sin que­rer que­rien­do, creo la visua­li­dad del movi­mien­to de la Reforma Universitaria 
— Mario Navarro Cortés, 2015

Inmerso en el con­tex­to del sur­gi­mien­to de nue­vas tec­no­lo­gías de impre­sión masi­va y en la impor­tan­cia que se le dio a la comu­ni­ca­ción visual, el Taller Gráfico de la Universidad Técnicas del Estado (UTE) vali­dó al dise­ño tanto en el área pro­fe­sio­nal como en la aca­de­mia en tiem­pos de la crea­ción de las pri­me­ras escue­las de dise­ño a nivel nacio­nal. Su pro­duc­ción visual fue una clara prue­ba del com­pro­mi­so de la UTE con el movi­mien­to de Reforma Universitaria y el gobierno de la Unidad Popular. 

A fina­les de la déca­da de 1950, en la Universidad Técnica del Estado exis­tió un espa­cio de repro­duc­ción de apun­tes que tuvo como obje­ti­vo la venta de docu­men­tos mimeo­gra­fia­dos a estu­dian­tes y docen­tes. A esta cen­tral, que ade­más con­ta­ba con un sen­ci­llo labo­ra­to­rio foto­grá­fi­co, arri­bó el fotó­gra­fo Julio Astudillo con la inten­ción de armar un equi­po y ampliar el área de tra­ba­jo. Entre 1956–1957 Astudillo invi­tó a los estu­dian­tes pro­ve­nien­tes de la carre­ra de Pedagogía en Publicidad del Instituto Pedagógico Técnico (IPT), Felipe Aibar y Omar Rojas, quie­nes ade­más con­vo­ca­ron a Elías Greibe, ex alumno de la escue­la de Arquitectura, para tra­ba­jar en la cen­tral median­te una “prác­ti­ca pro­fe­sio­nal”. 

Luego, a par­tir de 1958, el espa­cio se rede­fi­nió como una nueva sec­ción lla­ma­da “Fotografía e Imprenta”, a pesar de no con­tar con equi­pa­mien­to y menos con la infra­es­truc­tu­ra de una impren­ta pro­pia­men­te tal. Recién en 1962 Astudillo plan­teó la incor­po­ra­ción de maqui­na­ria indus­trial para impri­mir en gran­des can­ti­da­des, asu­mien­do nue­vos desa­fíos median­te la adqui­si­ción de herra­mien­tas que invo­lu­cran el pro­ce­so pre­vio y pos­te­rior a la impre­sión: cáma­ras foto­grá­fi­cas, copia­do­ra e inso­la­do­ra de plan­chas, pren­sa, gui­llo­ti­na, encua­der­na­do­ra, máqui­na de impre­sión off­set, entre otras. Gracias a la adqui­si­ción de la nueva maqui­na­ria y a la pre­sen­cia de los estu­dian­tes de Publicidad, este espa­cio se orien­tó a la foto­gra­fía y regis­tro, empe­zan­do a rea­li­zar impre­sio­nes de pie­zas grá­fi­cas para expo­si­cio­nes, mura­les foto­grá­fi­cos y apoyo de acti­vi­da­des de difu­sión den­tro de la Universidad. 

A fina­les de 1967, falle­ció Aibar, lo que abrió la invi­ta­ción a Mario Navarro Cortés, pro­fe­sor nor­ma­lis­ta y recién egre­sa­do de la carre­ra de Pedagogía en Publicidad, Dibujo y Audiovisual del IPT, para inte­grar­se como publi­cis­ta y dise­ña­dor grá­fi­co. Debido a la expan­sión del tra­ba­jo rea­li­za­do por la impren­ta, se cam­bia­ron de domi­ci­lio a una pro­pie­dad de la Universidad ubi­ca­da en la calle Fanor Velasco 38‑A, pleno cen­tro de Santiago. Este edi­fi­cio tenía dos gran­des espa­cios, uno donde fun­cio­nó el área de dise­ño, y el segun­do –ubi­ca­do en los dos pri­me­ros y últi­mo piso del edi­fi­cio– estu­vo rela­cio­na­do con el área de impre­sión seria­li­za­da. Esto per­mi­tió que las diná­mi­cas de tra­ba­jo lle­va­das a cabo por los dise­ña­do­res estu­vie­ran defi­ni­das por un pro­ce­so crea­ti­vo expe­ri­men­tal, que se basa­ba en la con­ver­sa­ción y cola­bo­ra­ción flui­da entre dise­ña­do­res, publi­cis­tas, fotó­gra­fos e impren­te­ros.

En 1971 el taller empe­zó a ser reco­no­ci­do como una impren­ta a nivel indus­trial, cum­plien­do con la misión de dise­ñar e impri­mir todo el mate­rial de difu­sión de la rec­to­ría de Enrique Kirberg. Sus pro­duc­tos grá­fi­cos se carac­te­ri­za­ron por el uso de ele­men­tos visua­les moder­nos pro­pios de las ten­den­cias esté­ti­cas de los sesen­ta y seten­ta: apli­ca­ción de colla­ge, imá­ge­nes de alto con­tras­te, uso de seri­gra­fía, gra­ba­do y tipo­gra­fías linea­les. Los dise­ños de revis­tas, ilus­tra­cio­nes, impre­sión y dia­gra­ma­ción de perió­di­cos, folle­tos y por­ta­das de libros  se posi­cio­na­ron en el ima­gi­na­rio colec­ti­vo de una época de revo­lu­ción y refor­ma uni­ver­si­ta­ria median­te la crea­ción de una visua­li­dad pro­pia y reco­no­ci­ble. 

Su últi­mo tra­ba­jo comu­ni­ca­cio­nal fue la cam­pa­ña “Por la Vida… Siempre!”, desa­rro­lla­da con el obje­ti­vo de infor­mar a la comu­ni­dad nacio­nal de los peli­gros de una posi­ble gue­rra civil en 1973. El taller-impren­ta estu­vo a cargo del dise­ño e impre­sión de una serie de die­cio­cho afi­ches con con­sig­nas con­tra el fas­cis­mo y el apre­mian­te con­flic­to béli­co. Este set de afi­ches fue pen­sa­do para ser envia­do a todas las sedes e ins­ti­tu­tos tec­no­ló­gi­cos de la Universidad –ade­más de indus­trias, sin­di­ca­tos y loca­les comu­ni­ta­rios de todo el país– y así rea­li­zar qui­nien­tas expo­si­cio­nes simul­tá­neas duran­te el mes de sep­tiem­bre. Esto no llegó a con­cre­tar­se, ya que la inau­gu­ra­ción esta­ba calen­da­ri­za­da para la maña­na del 11 de sep­tiem­bre de 1973, en la cual con­ta­ría con la pre­sen­cia del rec­tor Kirberg y del pre­si­den­te Salvador Allende. 

El tra­ba­jo del Taller fue inte­rrum­pi­do por el golpe mili­tar de 1973. La UTE fue alla­na­da el 12 de sep­tiem­bre: la mues­tra “Por la Vida… Siempre!” fue remo­vi­da por un con­tin­gen­te mili­tar, quie­nes des­tru­ye­ron los acer­vos de imá­ge­nes foto­me­cá­ni­cas y foto­grá­fi­cas del taller, junto a tra­ba­jos impre­sos de varios años de la pro­duc­ción per­ma­nen­te de la impren­ta. Sus tra­ba­ja­do­res fue­ron exo­ne­ra­dos y debie­ron bus­car tra­ba­jo en agen­cias pri­va­das de comu­ni­ca­ción y en escue­las de dise­ño y publi­ci­dad. Luis Emilio Recabarren González fue hecho des­apa­re­cer y Carlos Acuña Álvarez, fusi­la­do en Antofagasta en 1973, ambos eran foto mon­ta­jis­tas del Taller Gráfico. A pesar de esto, el Taller con­ti­nuó en fun­cio­na­mien­to hasta prin­ci­pios de 1980, con la mayo­ría del equi­po de tra­ba­ja­do­res reno­va­do, perío­do en que fue des­man­te­la­da su maqui­na­ria y labo­ra­to­rios.

A tra­vés del dise­ño e impre­sión, el Taller Gráfico pro­pu­so una visua­li­dad de la Reforma, desa­rro­llan­do diver­sos ima­gi­na­rios visua­les rela­cio­na­dos con las tres gran­des deman­das del movi­mien­to edu­ca­cio­nal: Modernización, demo­cra­ti­za­ción y exten­sión uni­ver­si­ta­ria. La impren­ta tuvo como obje­ti­vo difun­dir el pro­gra­ma de Salvador Allende en torno a la depen­den­cia tec­no­ló­gi­ca, los nue­vos pro­ce­sos pro­duc­ti­vos y la vital vin­cu­la­ción entre los tra­ba­ja­do­res y la edu­ca­ción supe­rior. El Taller Gráfico de la UTE asu­mió tareas tanto como encar­nó el camino trun­ca­do de trans­for­ma­ción de Chile en un país socia­lis­ta.