Patricio Manns (homónimo)

Martín Farías. Musicólogo y rea­li­za­dor audio­vi­sual. Doctor en Música por la Universidad de Edimburgo..

Ciudad: Santiago
Productor: Patricio Manns / Sello Philips
Personas Vinculadas: Patricio Manns, Luis Advis, Inti-Illimani, Los Blops, e inte­gran­tes de la Orquesta Sinfónica y la Orquesta Filarmónica de Chile.
Ubicación: Descatalogado por el sello y sus ori­gi­na­les extra­via­dos.
País: Chile
Año: 1971
Tipo: Música

El mes de octu­bre se trizó
como un vol­cán o un vidrio azul.
La inquie­ta América escon­dió
su fría furia de metal.
Y de la sie­rra al lito­ral
Abrió el dolor su flor amar­ga.
Y era un asom­bro su final
Y es la bata­lla que se alar­ga.

— Patricio Manns, 1971

A prin­ci­pios de junio de 1971, el can­tau­tor Patricio Manns grabó en Santiago de Chile su disco homó­ni­mo com­pues­to por 12 can­cio­nes. El pro­yec­to contó con la par­ti­ci­pa­ción del com­po­si­tor Luis Advis, encar­ga­do de los arre­glos, mien­tras que los intér­pre­tes inclu­ye­ron al con­jun­to Inti Illimani, la banda de rock Los Blops e inte­gran­tes de las orques­tas Sinfónica y Filarmónica de Chile. Este disco se sumó a otros de la época que explo­ra­ron nue­vos cami­nos sono­ros, fomen­tan­do la cola­bo­ra­ción entre artis­tas de mun­dos con­si­de­ra­dos opues­tos como la músi­ca clá­si­ca y la can­ción popu­lar que con­flu­yen en la Cantata Popular Santa María de Iquique (Luis Advis y Quilapayún, 1970) o los lazos entre Nueva Canción y rock pre­sen­tes en El dere­cho de vivir en paz (Víctor Jara, 1971).

En este tra­ba­jo, Manns se dis­tan­cia del ima­gi­na­rio fol­kló­ri­co que hasta enton­ces había carac­te­ri­za­do su carre­ra. Su álbum ante­rior, en coau­to­ría con Silvia Urbina, lle­va­ba por títu­lo El fol­klo­re no ha muer­to, mier­da (1968). Sin embar­go, en 1971, el can­tau­tor adop­tó una esté­ti­ca de can­tan­te popu­lar que lo llevó a posi­cio­nar­se entre la bala­da y el rock. Dos ver­sio­nes de can­cio­nes del cata­lán Joan Manuel Serrat, inclui­das en este disco, “Edurne” y “Fiesta”, refle­jan el esti­lo que bus­ca­ba pro­yec­tar. Tal vez esta refe­ren­cia a Serrat, un can­tau­tor muy popu­lar y en buena medi­da una estre­lla de la can­ción, nos da una pista del modo en que Manns desea­ba ser per­ci­bi­do. La por­ta­da del álbum, con su foto­gra­fía en alto con­tras­te, carac­te­rís­ti­ca del pop, refuer­za esta iden­ti­dad.

En pleno gobierno de la Unidad Popular, el disco obser­va el por­ve­nir como un momen­to de lucha inmi­nen­te. En can­cio­nes como “No cie­rres los ojos”, Manns pare­ce adver­tir que la vic­to­ria aún está lejos y que “siem­pre ace­cha el enemi­go”. Si bien se reser­va espa­cio para refle­xio­nes más intros­pec­ti­vas, las imá­ge­nes de revo­lu­ción y resis­ten­cia resur­gen en varios pasa­jes del álbum, con dos can­cio­nes dedi­ca­das al com­ba­te de la gue­rri­lla boli­via­na: “Su nom­bre ardió como un pajar”, en home­na­je al Che Guevara tras su muer­te, y “Tamara Bunke”, en honor a la revo­lu­cio­na­ria falle­ci­da sema­nas antes que Guevara. En estas can­cio­nes, Manns cola­bo­ró con la banda de rock-fusión Los Blops, logran­do una sono­ri­dad que osci­la entre lo psi­co­dé­li­co y la bala­da para así rei­vin­di­car géne­ros a menu­do con­si­de­ra­dos bana­les por los sec­to­res más orto­do­xos de la izquier­da.

Las melo­días y estruc­tu­ras pro­pues­tas por Manns son exten­sas y poco con­ven­cio­na­les, sim­bo­li­zan­do qui­zás un futu­ro incier­to y des­co­no­ci­do. “Tamara Bunke” es un ejem­plo des­ta­ca­do de esta explo­ra­ción: care­ce de estri­bi­llo y de una estruc­tu­ra con­ven­cio­nal, con ver­sos que se enla­zan como una mar­cha inter­mi­na­ble hacia el futu­ro. La can­ción cul­mi­na con un final que se demo­ra en resol­ver, refor­zan­do esa sen­sa­ción de con­ti­nui­dad e incer­ti­dum­bre. Algo simi­lar ocu­rre en “Valdivia en la nie­bla”, que me atre­vo a des­cri­bir como una de las can­cio­nes de amor más her­mo­sas com­pues­tas en Chile. La dulce armo­nía de sus estro­fas con­tras­ta con sec­cio­nes ins­tru­men­ta­les que tran­si­tan hacia tona­li­da­des más oscu­ras y diso­nan­tes. El des­en­la­ce, exten­so y dra­má­ti­co, pare­ce resis­tir­se a con­cluir.

El soni­do de este álbum puede inter­pre­tar­se en clave de músi­ca pro­gra­má­ti­ca o músi­ca para el cine, pues buscó evo­car imá­ge­nes, emo­cio­nes o ideas con­cre­tas en sus oyen­tes. Este enfo­que se per­ci­be con cla­ri­dad en “Su nom­bre ardió como un pajar”, cuyas galo­pas evo­can el des­pla­za­mien­to del gue­rri­lle­ro a caba­llo, un recur­so simi­lar al uti­li­za­do por Víctor Jara en “El apa­re­ci­do”, tam­bién dedi­ca­da a Guevara. Sin embar­go, la sono­ri­dad que pro­po­ne Manns, con gui­ta­rra eléc­tri­ca, flau­ta, bajo y bate­ría recuer­da a las ban­das sono­ras del Spaghetti Western, muy popu­la­res en los años sesen­ta. Así, el can­tau­tor retra­ta al Che como un héroe de estas pelí­cu­las, pero aña­dien­do un giro sub­ver­si­vo: aquí el ajus­te de cuen­tas es con­tra el impe­ria­lis­mo y la clase opre­so­ra. Guevara emer­ge como una figu­ra fan­tas­mal, un “cow­boy mar­xis­ta” cuyo lega­do tras­cien­de su pro­pia his­to­ria para vivir en quie­nes lo siguen.

Manns arti­cu­la un espa­cio de con­fluen­cia entre per­so­nas y sono­ri­da­des que viene a ampliar las pers­pec­ti­vas de lo que enton­ces podía defi­nir a una can­ción como polí­ti­ca o com­pro­me­ti­da. Al mismo tiem­po logra aunar en un len­gua­je musi­cal de apa­ren­te sen­ci­llez bús­que­das expe­ri­men­ta­les con códi­gos de la cul­tu­ra de masas. Es uno de los dis­cos de aque­lla época que tiene un pie en el pre­sen­te y otro en un por­ve­nir que se está ima­gi­nan­do y cons­tru­yen­do y a lo mejor por eso es que sigue sonan­do tan fres­co des­pués de 50 años. 

La gra­ba­ción ori­gi­nal de este álbum per­ma­ne­ce per­di­da, y solo se puede escu­char en digi­ta­li­za­cio­nes de los vini­los impre­sos en 1971 que han sobre­vi­vi­do. Quizás por esta razón, es menos cono­ci­do en com­pa­ra­ción con otros de la misma época. Sin embar­go, al igual que aque­llos, este álbum no se limi­ta a ser una colec­ción de can­cio­nes; repre­sen­ta un esta­lli­do de forma y con­te­ni­do que mira hacia el futu­ro con el hori­zon­te pues­to en la trans­for­ma­ción polí­ti­co-social.

Referencias

Publicaciones y libros aso­cia­dos: 

Karmy, E. & Farías, M. (Eds.). (2014). Palimpsestos sono­ros. Reflexiones sobre la Nueva Canción Chilena. Santiago, Chile: Ceibo.

Salinas, H. & Manns, P. (2017). Hemos hecho lo que­ri­do y hemos que­ri­do lo hecho. Conversaciones con Patricio Manns. Santiago, Chile: Hueders.

Schmiedecke, N. (2022). Chilean New Song and the Question of Culture in the Allende Government. Londres, Reino Unido: Lexington Books.

Enlaces: 
Digitalizaciones dis­po­ni­bles aquí y aquí.

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