
Editora Nacional Quimantú
María Isabel Molina. Periodista (Universidad Diego Portales). Magíster en Sociología, U. de Chile. Directora de Grafito Ediciones. Investigadora en edición e ilustración chilena. Integra el comité editorial de revista Brígida, cómic hecho por mujeres, desde 2018. Socia fundadora de PLOP! Galería.
Así como Juan Pérez acostumbra comprar todos los días su medio kilo de pan, la leche, la carne y los huevos, hoy día podrá incorporar a su pedido de rutina un libro. Un pedazo de cultura que descubrió en el quiosco de la esquina de su casa, por el valor de 12 escudos. Y lo mejor de todo es que Juan Pérez –él mismo- es el protagonista de ese libro dedicado hoy a los organilleros, mañana quizá a los lustrabotas, camaroneros, garzones o ministros de Estado. Más allá encontrará un cuento, las historias de las poblaciones callampas, de la cueca, los versos de Gabriela Mistral y hasta una novela en dos tomos de un señor Nicomedes Guzmán. Todos en el mismo quiosco, al mismo precio y bajo el sello Quimantú.
— Quimantú para todos, 1971
La Editora Nacional Quimantú, fundada en 1971, fue la editorial del Estado de Chile bajo el gobierno de la Unidad Popular. Su creación fue encargada por el presidente Salvador Allende, quien durante su paso por el congreso como diputado ya había considerado la importancia de que el país tuviera un sello editorial que ampliara la lectura a la clase trabajadora.
Anterior a esto el acceso a libros era escaso en sectores populares y se mantenía acotado para las clases alta y media. Sectores con educación y que contaban con librerías en sus propias casas, barrios de residencia, estudio y/o trabajo. Sin embargo, existía en este contexto una editorial de grandes dimensiones que producía tanto libros como revistas y tenía su propio taller de imprenta. Se trataba de la Editorial Zig – Zag, empresa que había entrado en proceso de insolvencia económica y abierto conflicto con sus trabajadores quienes se movilizaron para que fuera integrada al área social de empresas del Estado. A raíz de esto, a fines de 1970 Allende propuso su compra y pasó a ser una empresa estatal, junto con sus activos y la planta que llegaba casi a los mil trabajadores y trabajadoras.
El 11 de febrero de 1971 Allende dio a conocer la noticia de la compra y el proceso de creación del catálogo editorial comenzó a gestarse. Se eligió el nombre quimantú que significa “sol del saber” en mapudungun gracias a una sugerencia de Luz María Hurtado quien lo había leído en un libro del sacerdote Félix José de Augusta. Otros nombres que se barajaron fueron “Gran Editorial del Estado”, “Camilo Henríquez” o “Editorial Estatal”. A cargo de la gerencia general quedó Sergio Maurin, quien había tenido el rol de ser el interventor en la fase de conflicto entre los trabajadores y los dueños de la empresa antes de su venta al Estado. De la dirección editorial quedaría a cargo el escritor costarricense Joaquín Gutiérrez. Cinco divisiones o departamentos se distribuyeron las labores del desarrollo de colecciones de libros y revistas, diseño editorial, impresión, distribución y marketing. En el plano editorial estuvo organizada en tres divisiones: División Editorial, División de Publicaciones infantiles y Educativas, y División Periodística. Todas estas tareas se realizaban bajo el mandato del autofinanciamiento, lo que llevó a Quimantú a diseñar publicaciones atractivas para la venta masiva y que a la vez abordaron temáticas sociales, históricas, políticas y artísticas.
Para contribuir a su autofinanciamiento, Quimantú ofrecía los talleres de impresión a publicaciones de terceros, inclusive de otros sectores políticos o ideológicos. Esto obligó al taller a contar con un tercer turno, que operaba de noche, lo que permitía ocupar la capacidad completa de sus máquinas.
El resultado de todo este trabajo produjo colecciones de libros como Nosotros los chilenos, Minilibros, Quimantú para todos, Clásicos de Pensamiento Social, Camino Abierto y los Cuadernos de educación popular. En revistas destacan La Firme, Ahora y Mayoría de contenido informativo e ideológico, Paloma dirigida a público femenino, Onda para jóvenes, La Quinta Rueda de temática cultural, la colección infantil Cuncuna y la revista infantil Cabrochico. Con tirajes que alcanzaban entre 20.000 y 50.000 ejemplares, algunas colecciones llegaron a los 250.000 ejemplares quincenales y otras con constantes reediciones.
Entre las principales innovaciones de Quimantú estuvo el formato de los Minilibros, que apostó por el soporte de libros de bolsillo para una colección de literatura universal. Su tamaño tenía la ventaja de ser fácil de llevar en los trayectos diarios, optimizar papel (recurso que debían manejarse con eficiencia debido al enfrentamiento con la empresa papelera) y un cuidado diseño que hasta hoy es reconocible como un ícono del diseño gráfico latinoamericano. Simple y llamativa, las portadas impulsaron el concepto de colección a nivel masivo.
Otro aporte fue la distribución de sus novedades en los quioscos. Esto permitió romper con el cerco elitario de las escasas librerías ubicadas solo en sectores acomodados de las ciudades. De este modo pudieron instalar puntos de venta en la mayoría de los quioscos del país camino al trabajo, a la feria o a la escuela y permitir que el libro fuera parte de la cotidianidad del pueblo. Junto con lo anterior, se promovió la lectura colectiva y se organizó la circulación de libros, revistas y cuadernos en sindicatos, juntas de vecinos y campamentos.
La editorial extendió su trabajo por más de dos años hasta el 11 de septiembre de 1973. Tras el golpe de Estado, los agentes de la dictadura cambiaron su nombre por Editorial Nacional Gabriela Mistral e intentaron darle un vuelco ideológico a las colecciones del sello editorial, pero sin éxito. En 1977 la maquinaria fue rematada y el sitio fue vendido.
Las publicaciones de la Editora Nacional Quimantú lograron responder a las necesidades de formación y esparcimiento de la población chilena, proveer textos literarios de calidad y a bajo costo. Familias populares formaron por primera vez una biblioteca en sus hogares, escuelas y sindicatos. Junto con esto Quimantú asumió la tarea de contribuir con la formación política y el debate estratégico con publicaciones de interés para el desarrollo del proyecto de la Unidad Popular. Todo esto con un diseño editorial de gran nivel y una estrategia de circulación inédita para el país. En menos de tres años se convirtió en el principal proyecto cultural del gobierno de Salvador Allende, y hasta el día de hoy, en una de las principales editoriales latinoamericanas del siglo XX.
Referencias
Libros y publicaciones asociadas:
Montealegre, J. (2014). Rodrigo Lira: Un poeta en la tierra del cómic. Santiago, Chile: Editorial Asterión.
López, H. (2014). Un sueño llamado Quimantú. Santiago, Chile: Ceibo Ediciones.
Molina, M. I., Facuse, M., & Yáñez, I. (2018). Quimantú: Prácticas, política y memoria. Santiago, Chile: Grafito Ediciones.
Otros enlaces:
Sol del saber: proyecto de investigación cuyo objetivo principal es poner en valor el catálogo completo de publicaciones realizadas por Editora Nacional Quimantú desde su creación en abril de 1971 hasta el cierre ocurrido el 11 de septiembre de 1973. Equipo: Carlos Montes de Oca, Pedro Álvarez Caselli, Karen Angulo Olea, Constanza Rodríguez Naranjo (†) http://www.soldelsaber.cl/cuaderno-de-educacion-popular/
Minisitio Memoria Chilena Editora Nacional Quimantú (1971 – 1973): incluye publicaciones, portadas y otros documentos: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3362.html
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