Editora Nacional Quimantú

María Isabel Molina. Periodista (Universidad Diego Portales). Magíster en Sociología, U. de Chile. Directora de Grafito Ediciones. Investigadora en edi­ción e ilus­tra­ción chi­le­na. Integra el comi­té edi­to­rial de revis­ta Brígida, cómic hecho por muje­res, desde 2018. Socia fun­da­do­ra de PLOP! Galería.

Ciudad: Santiago
Productor: Estado de Chile
Personas Vinculadas: Salvador Allende, Sergio Maurin, Joaquín Gutiérrez, Marta Harnecker, Sergio San Martín, Alberto Vivanco, Hilda López, Iris Largo, Cecilia Allendes, Gabriela Meza, Hernán Vidal, Marta Carrasco.
Ubicación: Biblioteca Nacional de Chile
País: Chile
Tipo: Editorial

Así como Juan Pérez acos­tum­bra com­prar todos los días su medio kilo de pan, la leche, la carne y los hue­vos, hoy día podrá incor­po­rar a su pedi­do de ruti­na un libro. Un peda­zo de cul­tu­ra que des­cu­brió en el quios­co de la esqui­na de su casa, por el valor de 12 escu­dos. Y lo mejor de todo es que Juan Pérez –él mismo- es el pro­ta­go­nis­ta de ese libro dedi­ca­do hoy a los orga­ni­lle­ros, maña­na quizá a los lus­tra­bo­tas, cama­ro­ne­ros, gar­zo­nes o minis­tros de Estado. Más allá encon­tra­rá un cuen­to, las his­to­rias de las pobla­cio­nes callam­pas, de la cueca, los ver­sos de Gabriela Mistral y hasta una nove­la en dos tomos de un señor Nicomedes Guzmán. Todos en el mismo quios­co, al mismo pre­cio y bajo el sello Quimantú. 

— Quimantú para todos, 1971

La Editora Nacional Quimantú, fun­da­da en 1971, fue la edi­to­rial del Estado de Chile bajo el gobierno de la Unidad Popular. Su crea­ción fue encar­ga­da por el pre­si­den­te Salvador Allende, quien duran­te su paso por el con­gre­so como dipu­tado ya había con­si­de­ra­do la impor­tan­cia de que el país tuvie­ra un sello edi­to­rial que amplia­ra la lec­tu­ra a la clase tra­ba­ja­do­ra.

Anterior a esto el acce­so a libros era esca­so en sec­to­res popu­la­res y se man­te­nía aco­ta­do para las cla­ses alta y media. Sectores con edu­ca­ción y que con­ta­ban con libre­rías en sus pro­pias casas, barrios de resi­den­cia, estu­dio y/o tra­ba­jo. Sin embar­go, exis­tía en este con­tex­to una edi­to­rial de gran­des dimen­sio­nes que pro­du­cía tanto libros como revis­tas y tenía su pro­pio taller de impren­ta. Se tra­ta­ba de la Editorial Zig – Zag, empre­sa que había entra­do en pro­ce­so de insol­ven­cia eco­nó­mi­ca y abier­to con­flic­to con sus tra­ba­ja­do­res quie­nes se movi­li­za­ron para que fuera inte­gra­da al área social de empre­sas del Estado. A raíz de esto, a fines de 1970 Allende pro­pu­so su com­pra y pasó a ser una empre­sa esta­tal, junto con sus acti­vos y la plan­ta que lle­ga­ba casi a los mil tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras. 

El 11 de febre­ro de 1971 Allende dio a cono­cer la noti­cia de la com­pra y el pro­ce­so de crea­ción del catá­lo­go edi­to­rial comen­zó a ges­tar­se. Se eli­gió el nom­bre qui­man­tú que sig­ni­fi­ca “sol del saber” en mapu­dun­gun gra­cias a una suge­ren­cia de Luz María Hurtado quien lo había leído en un libro del sacer­do­te Félix José de Augusta. Otros nom­bres que se bara­ja­ron fue­ron “Gran Editorial del Estado”, “Camilo Henríquez” o “Editorial Estatal”. A cargo de la geren­cia gene­ral quedó Sergio Maurin, quien había teni­do el rol de ser el inter­ven­tor en la fase de con­flic­to entre los tra­ba­ja­do­res y los due­ños de la empre­sa antes de su venta al Estado. De la direc­ción edi­to­rial que­da­ría a cargo el escri­tor cos­ta­rri­cen­se Joaquín Gutiérrez. Cinco divi­sio­nes o depar­ta­men­tos se dis­tri­bu­ye­ron las labo­res del desa­rro­llo de colec­cio­nes de libros y revis­tas, dise­ño edi­to­rial, impre­sión, dis­tri­bu­ción y mar­ke­ting. En el plano edi­to­rial estu­vo orga­ni­za­da en tres divi­sio­nes: División Editorial, División de Publicaciones infan­ti­les y Educativas, y División Periodística. Todas estas tareas se rea­li­za­ban bajo el man­da­to del auto­fi­nan­cia­mien­to, lo que llevó a Quimantú a dise­ñar publi­ca­cio­nes atrac­ti­vas para la venta masi­va y que a la vez abor­da­ron temá­ti­cas socia­les, his­tó­ri­cas, polí­ti­cas y artís­ti­cas.

Para con­tri­buir a su auto­fi­nan­cia­mien­to, Quimantú ofre­cía los talle­res de impre­sión a publi­ca­cio­nes de ter­ce­ros, inclu­si­ve de otros sec­to­res polí­ti­cos o ideo­ló­gi­cos. Esto obli­gó al taller a con­tar con un ter­cer turno, que ope­ra­ba de noche, lo que per­mi­tía ocu­par la capa­ci­dad com­ple­ta de sus máqui­nas.

El resul­ta­do de todo este tra­ba­jo pro­du­jo colec­cio­nes de libros como Nosotros los chi­le­nos, Minilibros, Quimantú para todos, Clásicos de Pensamiento Social, Camino Abierto y los Cuadernos de edu­ca­ción popu­lar. En revis­tas des­ta­can La Firme, Ahora y Mayoría de con­te­ni­do infor­ma­ti­vo e ideo­ló­gi­co, Paloma diri­gi­da a públi­co feme­nino, Onda para jóve­nes, La Quinta Rueda de temá­ti­ca cul­tu­ral, la colec­ción infan­til Cuncuna y la revis­ta infan­til Cabrochico. Con tira­jes que alcan­za­ban entre 20.000 y 50.000 ejem­pla­res, algu­nas colec­cio­nes lle­ga­ron a los 250.000 ejem­pla­res quin­ce­na­les y otras con cons­tan­tes reedi­cio­nes. 

Entre las prin­ci­pa­les inno­va­cio­nes de Quimantú estu­vo el for­ma­to de los Minilibros, que apos­tó por el sopor­te de libros de bol­si­llo para una colec­ción de lite­ra­tu­ra uni­ver­sal. Su tama­ño tenía la ven­ta­ja de ser fácil de lle­var en los tra­yec­tos dia­rios, opti­mi­zar papel (recur­so que debían mane­jar­se con efi­cien­cia debi­do al enfren­ta­mien­to con la empre­sa pape­le­ra) y un cui­da­do dise­ño que hasta hoy es reco­no­ci­ble como un ícono del dise­ño grá­fi­co lati­no­ame­ri­cano. Simple y lla­ma­ti­va, las por­ta­das impul­sa­ron el con­cep­to de colec­ción a nivel masi­vo. 

Otro apor­te fue la dis­tri­bu­ción de sus nove­da­des en los quios­cos. Esto per­mi­tió rom­per con el cerco eli­ta­rio de las esca­sas libre­rías ubi­ca­das solo en sec­to­res aco­mo­da­dos de las ciu­da­des. De este modo pudie­ron ins­ta­lar pun­tos de venta en la mayo­ría de los quios­cos del país camino al tra­ba­jo, a la feria o a la escue­la y per­mi­tir que el libro fuera parte de la coti­dia­ni­dad del pue­blo. Junto con lo ante­rior, se pro­mo­vió la lec­tu­ra colec­ti­va y se orga­ni­zó la cir­cu­la­ción de libros, revis­tas y cua­der­nos en sin­di­ca­tos, jun­tas de veci­nos y cam­pa­men­tos.

La edi­to­rial exten­dió su tra­ba­jo por más de dos años hasta el 11 de sep­tiem­bre de 1973. Tras el golpe de Estado, los agen­tes de la dic­ta­du­ra cam­bia­ron su nom­bre por Editorial Nacional Gabriela Mistral e inten­ta­ron darle un vuel­co ideo­ló­gi­co a las colec­cio­nes del sello edi­to­rial, pero sin éxito. En 1977 la maqui­na­ria fue rema­ta­da y el sitio fue ven­di­do.

Las publi­ca­cio­nes de la Editora Nacional Quimantú logra­ron res­pon­der a las nece­si­da­des de for­ma­ción y espar­ci­mien­to de la pobla­ción chi­le­na, pro­veer tex­tos lite­ra­rios de cali­dad y a bajo costo. Familias popu­la­res for­ma­ron por pri­me­ra vez una biblio­te­ca en sus hoga­res, escue­las y sin­di­ca­tos. Junto con esto Quimantú asu­mió la tarea de con­tri­buir con la for­ma­ción polí­ti­ca y el deba­te estra­té­gi­co con publi­ca­cio­nes de inte­rés para el desa­rro­llo del pro­yec­to de la Unidad Popular. Todo esto con un dise­ño edi­to­rial de gran nivel y una estra­te­gia de cir­cu­la­ción iné­di­ta para el país. En menos de tres años se con­vir­tió en el prin­ci­pal pro­yec­to cul­tu­ral del gobierno de Salvador Allende,  y hasta el día de hoy, en una de las prin­ci­pa­les edi­to­ria­les lati­no­ame­ri­ca­nas del siglo XX.

Referencias

Libros y publi­ca­cio­nes aso­cia­das:

Montealegre, J. (2014). Rodrigo Lira: Un poeta en la tie­rra del cómic. Santiago, Chile: Editorial Asterión.

López, H. (2014). Un sueño lla­ma­do Quimantú. Santiago, Chile: Ceibo Ediciones.

Molina, M. I., Facuse, M., & Yáñez, I. (2018). Quimantú: Prácticas, polí­ti­ca y memo­ria. Santiago, Chile: Grafito Ediciones.

Otros enla­ces: 

Sol del saber: pro­yec­to de inves­ti­ga­ción cuyo obje­ti­vo prin­ci­pal es poner en valor el catá­lo­go com­ple­to de publi­ca­cio­nes rea­li­za­das por Editora Nacional Quimantú desde su crea­ción en abril de 1971 hasta el cie­rre ocu­rri­do el 11 de sep­tiem­bre de 1973. Equipo: Carlos Montes de Oca, Pedro Álvarez Caselli, Karen Angulo Olea, Constanza Rodríguez Naranjo (†)  http://www.soldelsaber.cl/cuaderno-de-educacion-popular/


Minisitio Memoria Chilena Editora Nacional Quimantú (1971 – 1973): inclu­ye publi­ca­cio­nes, por­ta­das y otros docu­men­tos: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3362.html

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